12 de enero, domingo, frío… frío… frío. Era el día en el que
colaborábamos en la grabación de un
videoclip, para el nuevo disco del grupo de rock “Nadye”. Estábamos allí a las
doce de la mañana, según lo previsto. Tras una puerta metálica, aparentemente
de garaje, se abre ante nosotros un mundo: maniquís, focos, trípodes por todas
partes y mucha gente. Primera visita al camerino, ya se huele el aroma del espectáculo;
derroche de luz concentrado en pequeñas bombillas alrededor del espejo,
maquillajes, fotos de antiguas
grabaciones…
Una experiencia que no te deja indiferente, o lo adoras y
quieres repetir, o lo detestas y te preguntas: -¿Por qué he aceptado colaborar
en este proyecto? Algún participante
solo recuerda el frío tan intenso y las largas horas de inactividad.
Pero para mí fue un día de aprendizaje, una experiencia a repetir. Fascinante
ver trabajar a profesionales volcados en su proyecto, con un trabajo impecable
en el que no hay un solo detalle que quede al azar. No quise perderme ni un
solo detalle, hice fotos, vídeos, escuché sus conversaciones y sobre todo
conocí gente estupenda con las mismas inquietudes interpretativas que yo tengo.
¿La historia? Una pareja está cenado en su restaurante cuando aparece una camarera. De repente, sin saber porque, surge una atracción irrefrenable entre el chico y la camarera y esa locura se contagia al resto de los comensales del restaurante.
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